POPULISMO Y PROTECCIONISMO
Por : LUIS ALFREDO CHAPARRO MUÑOZ
Sorprendieron a pesar de todos los pronósticos, las primeras medidas adoptadas en la inauguración del gobierno del presidente Donald Trump. La decisión de retirar a los Estados Unidos del Acuerdo Transpacifico de Cooperación Económica, suscrito entre varios países de la cuenca y que aborda gran cantidad de temas de la política pública, buscando entre otras: reducir las barreras comerciales, establecer un marco común de propiedad intelectual, reforzar los estándares de derecho del trabajo y el derecho ambiental, así como establecer mecanismos de arbitraje de diferencias entre inversionistas y estados. La decisión, es el anuncio que su gobierno forzará el restablecimiento del proteccionismo económico
El martes autorizó la construcción de dos oleoductos de gran tamaño que el gobierno Obama había impedido, para evitar consecuencias ambientales de graves implicaciones, con lo cual deja entrever que el tema medio-ambiental no será un obstáculo en su cruzada de devolver a la industria americana el papel preponderante de unas décadas atrás.
Su proposito de iniciar la construcción del muro en los tres mil setecientos kilómetros que comparte con Mexico en la frontera y las medidas tomadas contra los inmigrantes, en especial aquellos provenientes de países con conflictos vigentes en el oriente cercano (Siria, Irak, Irán, Libia y Yemen) prueban que sus promesas de campaña serán una realidad política ante la cual solo podría atravesarse el sistema de pesos y contrapesos de la institucionalidad americana en un acto de responsabilidad económica internacional.
Ahora, su anuncio sobre el famoso muro fronterizo ha tensando de que manera las relaciones con Mexico, y frustró la visita del presidente Peña Nieto, quien ha reiterado la decisión de su país de no pagar ni un peso por la construcción del límite divisorio. Para subir aun más la temperatura, el portavoz de la Casa Blanca informó la creación de un impuesto del 20 por ciento a todas las importaciones provenientes del vecino país. Esto obviamente tendrá graves consecuencias para el comercio entre los dos países, ya precalentadas por la advertencia del presidente Trump a las ensambladoras americanas General Motors, Ford Motors y últimamente a la japonesa Toyota, de exponerse a fuertes represalias tributarias si insisten en la producción de autos en territorio de los "manitos". La reacciones no se hicieron esperar, Ford canceló la construcción de una nueva planta en territorio de ese país.
Se oye sonido de tambores de guerra comercial de parte y parte, y muchos análisis sobre lo que podría pasar: un posible retiro de fondos masivos de las empresas mexicanas que equivalen en volumen a su PIB y que pondría en serios aprietos a la banca americana a decir del ex-embajador Enrique Berruga en declaraciones al diario colombiano El Tiempo. Para los mexicanos, el suministro de gasolina podría verse restringido ya que la mitad del combustible demandado proviene del país del norte. De mantenerse la situación, el intercambio de bienes y servicios se va a perjudicar de lado y lado de la frontera, no por una razón diferente a la interdependencia generada en más de dos décadas de acuerdo comercial, los niveles de desempleo en los dos países se incrementarán afectando principalmente a México, como consecuencia del cierre de muchas empresas, en especial las maquiladoras de la frontera, que absorben grandes cantidades de mano de obra. Irónicamente, más mexicanos se verían obligados a buscar alternativas en territorio americano, y seguro buscarán entrar ilegalmente, y no necesariamente por el hueco.
Para quienes observamos y analizamos el entorno internacional, la situación genera grandes preocupaciones, y nos muestra que a pesar de muchos avances, la política internacional sigue siendo frágil. Hay que recordar que la figura del Pacta Sunt Servanda depende de la buena fé de las naciones y del alto espíritu democrático profesado por los dirigentes de los estados. Pero cuando la voluntad de los grandes cambia de rumbo, las relaciones sobre las cuales la humanidad ha trabajado intensamente desde la Segunda Guerra Mundial, en busca de evitar una nuevo desastre bélico, podría afectar el orden internacional establecido y poner al mundo en una situación muy comprometedora. No podemos olvidar que cruzando el océano, el presidente ruso Vladimir Putin, cabalga sobre las mismas teorías de su homólogo norteamericano.
Los colombianos no seremos ajenos a la tempestad de moda, los responsables por nuestra política exterior insisten en que las relaciones con el coloso del norte han sido siempre buenas, sin atender al partido que gobierna y que somos su principal aliado de la región. Si el presidente de los Estados Unidos fuera un hombre mesurado, un estadista de carrera, un político ponderado, dicha premisa resultaría cierta, pero Donald Trump es un hombre impredecible, frentero y populista. Confiarnos es lo menos recomendable, suponemos que así lo comprende nuestra diplomacia, máxime cuando el propio presidente Santos afirmo en plena campaña americana que: "Hillary ofrece más garantías para el Pais que Trump" y aseguró que las políticas de Trump no son muy acordes con lo que Colombia quiere.
Veremos en los próximos días que pasa en relación con todos estos temas: su oferta de abrir la embajada americana en Jerusalén, un desafío flagrante a los derechos de Palestina, la guerra en Siria y la posición sobre Irak, Libia y obviamente sobre el Estado Islámico. Imposible pensar que no se pronunciará sobre los acuerdos de paz en Colombia, los cuales, dicho sea de paso, empiezan a sufrir demasiados traspiés y obviamente deberá haber un pronunciamiento sobre la no despreciable cifra de 140.000 hectáreas, plagadas de coca, como consecuencia del cambio en las formas de erradicación según los americanos
Estar atento y afinar todas las vías diplomáticas será necesario, para moverse en el entorno de la Realpolitik en Washington, en procura de entender y tratar de minimizar los pasos de animal grande que este populista de moda esta dando, para restablecer un proteccionismo económico que resultaría muy lesivo para los países en vía de desarrollo.
BUEN VIENTO Y BUENA MAR
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